La rotura de lunas en coches es un problema más común de lo que parece y puede ocurrir en cualquier momento, ya sea por un pequeño impacto o por un cambio brusco de temperatura. Aunque muchas veces empieza con una simple fisura, si no se repara a tiempo puede extenderse y obligar a sustituir el parabrisas completo, aumentando el coste de la reparación.
Entre las causas más habituales se encuentran los impactos de piedras u objetos en la carretera, los actos vandálicos, los accidentes de tráfico o incluso los cambios extremos de temperatura, que provocan tensiones en el cristal. Además, una instalación defectuosa o un golpe mal absorbido por la carrocería también pueden derivar en una rotura.
Para prevenir estos daños, se recomienda mantener una distancia de seguridad adecuada respecto a otros vehículos, especialmente camiones o maquinaria que puedan desprender gravilla. También es importante evitar lavar el coche con agua muy caliente después de una helada y revisar regularmente el estado de las lunas.
En caso de daño, lo más recomendable es acudir cuanto antes a un taller especializado. En muchas ocasiones, si la fisura es pequeña y no afecta al campo de visión del conductor, puede repararse sin necesidad de sustituir el cristal completo. Actuar rápido no solo evita un gasto mayor, sino que también garantiza la seguridad en la conducción.
